Voy a mostrarte una lista de 10 hábitos que puedes implementar en tu vida desde hoy mismo. Si los incluyes en tu rutina te garantizo una vida más minimalista y sencilla.
En este mundo de ajetreo y constante movimiento, siempre con cientos de tareas pendientes, y en el que sentimos estrés a todas horas, debemos frenar el ritmo, y buscar maneras para disfrutar más de la vida.
1. Una única tarea
Vivimos en una sociedad en la que la multitarea es muy celebrada, y está muy normalizada. La mayoría intentamos hacer multitud de tareas a la vez, así conseguimos completar muchas cosas en menos tiempo, y se supone que aprovechamos mejor las horas. Te pongo un ejemplo: comer mientras vemos la tele, a la vez que chequeamos las redes sociales.
El intentar hacer muchas cosas juntas divide nuestra atención, y en realidad las estamos haciendo, pero descentrados, con lo que la mayor parte de las veces el resultado es bastante malo.
En vez de realizar varias cosas de forma paralela, lo más conveniente sería centrarnos en una única tarea, y hacerla bien. Esto nos trae grandes beneficios, ya que focalizamos toda nuestra energía en esa tarea que queremos priorizar, eliminando distracciones y disfrutando de aquello que estemos haciendo. El fruto de nuestro trabajo será de más calidad, y nos brindará una mayor satisfacción.
2. Estar presente
Cuando digo estar presente me refiero no sólo a cuando estamos con los demás, sino también con nosotr@s mism@s. En la era digital en la que nos encontramos, nos llegamos a obsesionar con estar hiper conectados a las redes sociales, siempre distraíd@s, y todo el rato frente a una pantalla. Un ejemplo (seguro que lo has visto y/o vivido): varias personas sentadas en la mesa de un restaurante, todos a la vez mirando el móvil, sin hablarse. ¿Te suena?
No es que el móvil sea horrible, pero hemos de ser conscientes del tiempo que lo usamos, y usarlo, pero intentar evitar estar en modo pasivo frente a las pantallas. Cuidado con no cruzar esa fina línea que existe entre el entretenimiento y la distracción.
Reemplazamos las interecciones reales con personas por interacciones digitales. Y con todo ello, olvidamos conectar con las personas que están a nuestro alrededor, y también con nosotr@s mismos:
- Dedica tiempo para estar presente con los que más quieres. Ten conversaciones activas, que te interesen, y a las que prestes toda tu atención.
- Dedícate un tiempo para ti mism@. Reflexiona sobre tu vida, lo que te gusta hacer, descansa. En definitiva, piensa en ti.
3. Simplificar espacios para una vida más minimalista
Puede que no nos demos cuenta, pero el espacio en el que vivimos y las cosas que poseemos tienen un impacto brutal en cómo nos sentimos internamente.
Si quieres lograr una vida más minimalista, te aconsejo que hagas una depuración de tus objetos. Pero sin agobios: no tienes que ir a lo drástico desde el principio, porque puede ser abrumador, y que te desmotives desde el primer día. Empieza poco a poco, dedica 15 minutos al día por ejemplo a revisar todo lo que tienes. De esta manera, irás creando el hábito de chequear y depurar, y te irás quedando con lo que te aporta valor, con lo que te gusta y con lo que necesitas.
A medida que vayas haciendo limpieza en tu casa, no sólo tu hogar estará más simplificado, sino que también afectará a tu estado mental, dándote mayor calma y eliminando mucho ruido visual. Haz de tu casa un lugar en el que te encante estar, que te aporte bienestar.
4. Limitar la exposición a los medios informativos
Consumimos muchísima información, ya sea a través de periódicos, revistas, televisión, redes sociales, etc. Al final es demasiado el tiempo que malgastamos en informarnos, y menos el que nos queda para dedicar a otras cosas más valiosas.
Incluso el exponernos a tantas fuentes informativas nos provoca el efecto de escapar de nuestra realidad. No nos deja tiempo para estar presentes en nuestro día, y al finalizar la jornada podemos tener un sentimiento de vacío, de no haber tenido tiempo para hacer nada que realmente nos haya aportado algo, ni de haber pasado tiempo de calidad con la gente que queremos.
Todo con moderación. No quiero decir que desconectemos del mundo y no nos enteremos de nada, pero tampoco es sano el estar todo el rato queriendo estar super informad@s para no perdernos nada.
5. Reflejar nuestras prioridades en la planificación diaria
Desafortunadamente, suele ocurrir que no dejamos espacio en nuestra rutina diaria para aquellas cosas que realmente valoramos, como pasar tiempo con la familia, con amig@s, o dedicar tiempo a algo relacionado con nuestro Ikigai.
Hagamos un hueco en nuestra agenda para esas cosas que de verdad nos importan. Si de verdad es así, hemos de convertir esas cuestiones en prioridades en nuestro día a día, de manera que cada jornada no sea cumplir más y más tareas, sin un objetivo concreto, yendo como pollos sin cabeza.
En mi caso, yo utilizo el Bullet Journal (BuJo) para mi organización diaria, y reflejo en él todos mis objetivos: anuales, mensuales y semanales. Así, se convierte en una especie de compromiso conmigo misma, puesto que si son metas que considero realmente importantes, me aseguro de tener espacio durante la semana para ponerme a ello. Al final, esto me inspira a llevar una vida más minimalista, puesto que priorizo lo que yo considero importante.
6. Aprender a decir NO
Decir no puede resultarnos complicado, por miedo a decepcionar a otras personas o parecer egoístas.
A pesar de esto, es importante que aprendamos a decir NO, a poner límites, y poder crear la vida que queremos. Hay que empezar a dejar atrás el decir que sí a todo, sea por el motivo que sea: por compromiso, por miedo, por culpabilidad, por vergüenza, etc.
En vez de verlo como algo negativo, tratemos de verlo como una herramienta por la cual nos abrimos a un mundo de oportunidades. Es decir SÍ a otras actividades y experiencias que realmente enriquezcan nuestra vida, nos hagan llevar una vida más minimalista y nos traigan felicidad.
7. Compras conscientes
Gastamos nuestro dinero casi sin pensar. Si tenemos el dinero para comprarlo, lo compramos, y a veces incluso sin tenerlo; nos endeudamos para poder adquirir eso que ansiamos tener. Hemos de intentar hacer compras más conscientes, dedicando nuestros recursos a lo que en realidad necesitamos, y no a aquello que tan sólo deseamos.
Una de las maneras más fáciles de ser más conscientes de cómo gastamos nuestro dinero y cómo hacemos nuestras compras, es pararnos a pensar en qué pensamos cuando queremos adquirir algo. Seamos crític@s a la hora de hacer una adquisición, y evitaremos la mayoría de las compras impulsivas.
Podemos hacernos preguntas a nosotr@s mism@s, tales como:
- ¿Realmente lo necesito?
- ¿De verdad lo voy a usar?
- ¿No tengo nada en casa que cumpla la misma función?
- ¿Me lo puedo permitir?
- ¿Me gusta de verdad?
- ¿Lo quiero comprar para encubrir alguna emoción negativa (estrés, ansiedad, tristeza)?
8. Economía colaborativa
Existe mucho énfasis en ser propietari@s de todo lo que tenemos, desde lo más grande: casas y coches, hasta lo más pequeño, como herramientas y libros.
No hay nada malo en esto, pero la realidad es que no tenemos que ser dueñ@s de todo lo que usamos. Aquí es donde entra en juego la economía colaborativa, que no es más que compartir nuestras cosas con amig@s, familiares, vecin@s, y mi comunidad.
Hay muchas maneras de aplicar este concepto de economía colaborativa. Quizás los ejemplos más sencillos serían:
- Cuando quieras leer un libro, quizás algun@ de tus amig@s lo tenga y pueda prestártelo; o incluso acudir a una biblioteca pública y pedirlo allí prestado.
- Con la ropa: antes de deshacerte de ella, piensa en si le puede gustar a alguno de tus conocid@s (si está en buen estado, por supuesto). También puedes hacer intercambio de ropa con tus amig@s, de manera que renueven armario tod@s, sin tener que comprar nada nuevo.
- Con las herramientas: a no ser que te encante hacer cosas con ellas, o seas un manitas, mejor que comprar una cada vez que la necesite, ¿por qué no se la pides a alguien prestada? ¿o la alquilas?
La cuestión es cambiar el chip. La próxima vez que estés pensando en comprar algo, mira primero si puedes pedirlo prestado, alquilarlo o hacer algún tipo de intercambio. El compartir con otras personas nos hará tener una vida más minimalista.
9. Crear sistemas
En muchas ocasiones, pensamos que no somos capaces de manejar algo, pero puede ser una cuestión de falta de estrategia, de no tener un sistema o una rutina para hacer las cosas. Piensa en cómo gestionas tus correos electrónicos, en cómo haces la limpieza de tu casa…
Cuando no tenemos un sistema claro y bien definido para este tipo de cosas, resulta que nuestras bandejas de entrada se llenan de correos (no los leemos, no los ordenamos en carpetas, demasiadas suscripciones, etc.) y nuestras casas se pueden llegar a convertir en un desastre.
Para hacer estas labores más manejables es recomendable crear estrategias para saber cómo vamos a tratar cada una de ellas. Teniendo nuestro objetivo bien definido, tod@s podemos hacer mini tareas, e ir construyendo el sistema que mejor nos funcione, logrando así una vida más minimalista.
Reflexiona. ¿Hay alguna área en tu vida que te está causando estrés o ansiedad? ¿Crees que si tuvieras una estrategia o un sistema te iría mejor?
Te expongo mi caso. Tiendo a ser super organizada, me gusta tenerlo todo bajo control, me aporta calma; pero tengo una niña pequeña, y los días a veces resultan caóticos. Es por eso que decidí hacer el reto minimalista de mantener siempre la cocina ordenada: la estrategia consiste en que durante el día hemos de hacer lo posible por tener más o menos la cocina recogida, y por la noche es obligatorio dejarla limpia: nada en el fregadero y superficies despejadas. Creo que este sistema me está brindando mucha serenidad, y afronto las mañanas de otra manera.
10. Pequeños placeres
Para caminar hacia una vida más minimalista debemos disfrutar de los pequeños placeres que nos da la vida. Vivimos en un mundo siempre ocupado, siempre en movimiento. Vamos saltando de una activividad a otra, de una tarea a la siguiente. Esto nos aleja de bajar el ritmo, de disfrutar de la vida en toda su plenitud.
E incluso a veces tenemos la creencia de que las grandes cosas y los momentos extraordinarios, son lo que nos va a hacer sentir felices, pero más a menudo de lo que pensamos son las pequeñas cosas, los momentos del día a día, los que nos hacen disfrutar la vida.
Un pequeño paseo en la naturaleza, disfrutar de una taza de té o café, parar un minuto para disfrutar de los colores de unas flores, ver un amanecer o un atardecer, abrazar a un ser querido, etc. Estos son los pequeños placeres, los que nos ayudan a tener una vida más minimalista, los que nos llenan, los que nos aportan.
Tómate un tiempo para hacer este tipo de actividades que llenan, que te traen al presente, viviendo en el aquí y en el ahora.
«Las cadenas de los hábitos son demasiado ligeras para sentirse hasta que son demasiado pesadas para romperse.» Warren Buffett
¿Qué te han parecido estos 10 hábitos para una vida más minimalista? ¿Cuál de ellos implementarías en tu rutina diaria? ¿Añadirías alguno más en la lista? Espero que te hayan inspirado, y que hayas encontrado maneras de hacer pequeños cambios que pueden ayudarte y mucho a disfrutar más de la vida. Cuéntame en los comentarios tus impresiones y cualquier cosa que quieras compartir.