¿Cuál es tu ikigai?

El ikigai es una filosofía de vida japonesa que significa razón de ser. Es un concepto referido a la motivación que hace que te levantes cada mañana, a la alegría de estar siempre ocupado, pero en cosas que aportan valor, y a la vez estando en armonía con nosotr@s mism@s. A mí me recuerda un poco al término danés hygge, esa filosofía de vida en la que se disfruta de cada pequeño momento del día a día, sintiéndonos cómod@s y tranquil@s, y si estamos en un lugar acogedor mucho mejor.

minimalismo_ikigai

Claves del ikigai

El ikigai tiene un enfoque optimista ante la vida, es por eso que aumenta nuestra resiliencia, que no es más que la capacidad que tenemos de enfrentarnos a las adversidades que nos presenta la vida. Nuestra actitud ante las circunstancias es lo importante. Ya lo decía Viktor Frankl: «Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento».

Teniendo como marco este positivismo y esta actitud ante lo que nos ocurre, estas son las 10 claves del ikigai, del sentido de la vida:

1.Mantenernos activ@s. Es importante moverse y realizar actividades diferentes, nada de estar sentad@s viendo la tele haciendo zapping, o mirando el móvil sin parar. No dejemos pasar el tiempo en vano. De esta manera, cuando llegue el momento de jubilarnos sigamos teniendo aficiones, actividades que nos gusta hacer; la jubilación no es el fin de nuestra vida, podemos y debemos seguir siendo personas activas.

2.Tomarnos las cosas con calma. Hemos de aprender a gestionar el estrés para llevar una vida más relajada. No nos tomemos las cosas muy en serio. Poner nuestra mirada en el largo plazo puede ayudar: piensa que dentro de diez años lo que tanto te afecta ahora seguramente no tenga importancia.

3.No comer hasta llenarnos. Menos es más. Hartarnos a comer no es nada saludable, te recomiendo que comas hasta quedarte satisfecho, pero no lleno. Sigue este consejo: come hasta el 80%.

4.Rodearnos de gente que nos aporte valor. Las personas de nuestro entorno nos influyen muchísimo, así que alejémonos de gente tóxica y disfrutemos de la compañía de aquell@s con los que nos sentimos a gusto.

5.Ponernos en forma. El autocuidado es muy importante: nuestro cuerpo es un templo, y es el que tenemos, así que hay que mantenerlo en las mejores condiciones. Desde ejercicios más suaves como el yoga, hasta hacer sentadillas, o deportes más intensos, la cosa es hacer que nuestro cuerpo se active y esté saludable.

6.Sonreír. Una sonrisa nos cambia, a nosotros y a los que nos observan. Intenta sonreír siempre que puedas, es un buen hábito que nos lleva a cambiar automáticamente de actitud. Seamos más positiv@s.

7.Reconectar con la naturaleza. Volvamos a la madre tierra, demos paseos por el campo, por la playa, que nos dé el sol en la piel, respiraremos aire puro. Practica el grounding si puedes, y el efecto será mucho más beneficioso. Tener un huerto en casa también puede conectarte con los ciclos vitales de las plantas.

8.Seamos agradecid@s. Un buen hábito es el de escribir las razones por las que estamos agradecid@s; por la mañana al levantarnos o por la noche antes de acostarnos son dos buenos momentos. Luego, cuando estemos pasando una mala racha o tengamos pensamientos negativos, podremos acudir a esas notas; nos daremos cuenta que la actitud ante la vida es la clave, y que de las cosas malas también se aprende.

9.Vivamos el momento presente. Deja de lamentarte por el pasado y de temer ante el futuro, vive el aquí y el ahora. Estar en conexión con nosotr@s mism@s y dejar de vivir en automático son dos aspectos de gran relevancia. Algunos ejemplos: si damos un paseo, seamos conscientes de cómo caminamos, cómo pisan nuestros pies el suelo, aprovechemos para que no sea un proceso automático. Otra situación: comer de forma consciente, sentarnos a disfrutar un té o un café (el olor, la temperatura, el sabor). ¿Cómo te sientes? Olvida por un momento el teléfono, la tele, fuera pantallas.

10.Sigue tu ikigai. Si tienes clara tu misión en la vida, tu ikigai, hará que aumente tu autoestima, porque estarás alinead@ con tus valores, con lo que amas, con lo que se te da bien, con lo que el mundo necesita de ti.

Cómo identificar tu ikigai

Identificar tu ikigai requiere de reflexión por tu parte, de autoconocimiento. Responder a una serie de cuestiones puede ayudarte a enfocar más fácilmente tu ikigai, o al menos empezar a darte algunas ideas. A continuación te muestro cada una de las interrelaciones del ikigai. Te recomiendo que tengas a mano papel y lápiz.

Dimensiones del ikigai

El ikigai está compuesto por la confluencia de las siguientes cuatro dimensiones. Si sabes desarrollar estas cuatro cosas y reflexionar sobre cómo pueden confluir unas con otras, habrás identificado tu sentido de la vida, tu misión, tu ikigai:

Diagrama de Ikigai1.LA PASIÓN. Fusión entre lo que amas y en lo que eres buen@.

2.LA PROFESIÓN. Fusión entre lo que eres buen@ y por lo que te pueden pagar.

3.LA VOCACIÓN. Qué necesita el mundo de ti y que a la vez puedan pagarte por ello.

4.LA MISIÓN. Unión entre aquello que amas y lo que el mundo necesita.

Para llegar a esas óptimas interrelaciones, cada un@ de nosotr@s ha de identificar estos cuatro factores por separado:

a) Lo que te apasiona. Piensa en todo aquello que haces, y concretamente en esas actividades con las que se te pasa el tiempo casi sin darte cuenta, porque te encantan y las disfrutas muchísimo. Que aunque estés cansad@ te apetece hacerlas, porque te motivan, te llenan de energía. Recuerda aquellos tiempos de la infancia en los que el tiempo jugando se pasaba rapidísimo, y sabías disfrutar al máximo de lo que te gustaba.

En mi caso, me encanta lo relativo a cocinar, al meal prep, a combinar distintos alimentos que tengo en la cocina para conseguir recetas sanas y variadas. Otra cosa con la que se me pasa el tiempo volando es el scrapbooking, hay tanto proyecto hermoso que se puede realizar… el tiempo no me da para todo lo que me gustaría aprender sobre esto.

b) Aquello en lo que eres buen@. Piensa en qué tienes talento, qué se te da bien. Puede ayudarte llevar tu mirada al pasado y pensar en aquellas habilidades que te han servido para progresar. También aquellas cosas hechas que te han hecho sentir poderos@. Volviendo a la infancia, ¿resaltabas en algo? Otra cuestión: ¿en qué te suelen elogiar? A lo mejor le has restado importancia a esos halagos, porque es algo que te resulta muy fácil, pero es hora de que te pares a reflexionar sobre ellos.

En este punto puedes darte cuenta que habrá cosas que te apasionen, pero que en realidad no se te dan bien. Aquí puedes plantearte mejorar en ese aspecto, creando hábitos que te ayuden a lograr eso.

Mi punto fuerte es la organización. Soy una experta en organizar mis días, planifico las semanas en un bullet journal, y por otro lado, de manera digital, llevo un control riguroso de nuestros gastos (evolución histórica, varios gráficos, porcentajes de gastos, seguimiento de nuestras inversiones,…). Otra cuestión, y es algo sobre lo que suelen elogiarme: mi constancia y disciplina, sé que si me propongo algo, soy perfectamente capaz de lograrlo, porque me organizo y me focalizo completamente para conseguirlo.

c) Aquello por lo que pueden pagarte. Lo ideal sería enfocar nuestra profesión teniendo en consideración lo que se nos da bien, nuestras fortalezas. Esto nos puede ayudar a trazar un camino profesional, cómo hacer para que nos remuneren por aquellas cosas que nos apasionen y en las que además seamos buen@s. Dedicarnos a algo que nos encante y que además se nos da bien hará que seamos más productiv@s y nuestra satisfacción personal será mayor. Sin embargo, aunque con esfuerzo y dedicación podríamos conseguir una retribución monetaria, también hemos de tener en cuenta la demanda; por mucho que hagamos algo que nos encante y que se nos dé super bien, a lo mejor no hay nadie al otro lado dispuest@ a pagarte por eso. Es por eso que esta parte requiere de mucha introspección, no es tan sencillo.

Me da pena, pero actualmente mi profesión no está alineada ni con mis pasiones ni con mis talentos. Ojalá consiga dedicarme a algo alineado con esos dos aspectos. De todas maneras, me siento agradecida por tener este trabajo, me aporta un dinero con el que vivir cada mes, además de grandes amigas. No obstante, no tiro la toalla, creo que si sigo dedicando tiempo a mis pasiones, teniendo en cuenta mis puntos fuertes, conseguiré alguna idea que desarrollar profesionalmente, y con la que me sienta más realizada laboralmente.

d) Lo que el mundo necesita. Lo que en realidad necesita el mundo son personas que sean felices con aquello que hacen. Demos un sentido a las cosas que hacemos, que tengan un por qué y un para qué. Si ofrecemos un servicio a la comunidad unido a nuestra vocación, tendremos un sentido de propósito y de plenitud. Hemos de encontrar la forma en la que queremos impactar al resto, no tiene por qué ser algo grandioso, y no tod@s tenemos la misma misión; cada individuo es único.

Aquí tienes algunas preguntas que pueden servirte de inspiración para identificar tu misión:

  • Si el dinero no importara, ¿qué harías de gratis?
  • Si te pusieras a escribir un libro, ¿de qué trataría?
  • La última vez que se pasaron tres o cuatro horas sin darte cuenta, ¿qué estabas haciendo?
  • ¿Cuáles son esos temas que te llaman la atención, que te dan curiosidad y no te importaría estar horas investigando?
  • ¿Qué legado quieres dejar? ¿Cómo te gustaría que te recordaran?
  • ¿Qué crees que el mundo necesita de ti? ¿Qué sientes que puedes ofrecer?

«Los dos días más importantes de tu vida son el día en que naces y el día en que descubres por qué.» Mark Twain

Cuéntame en los comentarios tus impresiones. ¿Sabes por dónde empezar? ¿Se te ocurren otras preguntas? ¿Estás atascad@ en alguno de estos puntos? Me encantaría leer sobre otros procesos de introspección hacia la búsqueda del  ikigai.

Encontrar tu ikigai puede resultar algo abrumador, no es sencillo identificarlo, y saber contestarse a un@ mism@ tantas preguntas requiere mucha reflexión y autoconocimiento. Te invito a que dediques tiempo a buscar tu misión en la vida, tu ikigai. No te frustres, porque es un proceso largo, ten paciencia y seguro que hallarás las respuestas a tantas cuestiones.

Esther Perez autora camino minimalista

Esther Pérez
Seguidora de un estilo de vida minimalista y frugal, apasionada de la nutrición y los hábitos saludables, obsesionada por los retos y buscadora incansable de la mejor versión de mí misma.

Contenido minimalista que puede interesarte

Deja un comentario